Alí Chumacero

02.10.2012 14:29

ALI CHUMACERO

Alí Chumacero nació en Acaponeta, estado de Nayarit, el 9 de julio de 1918. Radicado en la ciudad de

México desde 1937, perteneció al grupo de la revista Tierra Nueva (1940−1942), de la que fue codirector. Fue

director ocasional de Letras de México, redactor de El Hijo Pródigo y de "México en la Cultura", suplemento

del periódico Novedades, y becario de El Colegio de México (1952) y del Centro Mexicano de Escritores

(1952−1953). Actualmente es asesor en el FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, redactor de "La cultura

en México", suplemento de la revista Siempre!, y del suplemento cultural del diario Ovaciones. Es académico

de la lengua desde 1964.

Sus poemas son estructuras logradas después de muchas destilaciones, y las imágenes y desplazamientos

conceptuales son de una dureza y una precisión inmaculadas. Es en ese sentido quien mejor recogió la

herencia del grupo literario conocido como los Contemporáneos, sobre quienes ha escrito. En 1953 editó la

Poesía y prosa de Gilberto Owen y las Obras de Xavier Villaurrutia. Publicó Páramo de sueños en 1940,

Imágenes desterradas en 1948 y Palabras en reposo en 1956. Su obra poética fue reunida en 1981 en Poesía

completa. En Los momentos críticos (1987) agrupó parte de sus textos en prosa, desde prólogos hasta reseñas

de obras y artistas

Poeta estricto, consciente y lúcido, Alí Chumacero labra con minucia y disciplinado sentimiento los poemas

de Páramo de sueños (1944) e Imágenes desterradas (1948). En Palabras en reposo (1956), su tercer libro, es

aún más disciplinado y austero. En 1996 se le rindió en México un homenaje nacional por su labor cultural y

su creación poética

Poema de amorosa raíz

Antes que el viento fuera mar volcado,

que la noche se unciera su vestido de luto

y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo

la albura de sus cuerpos.

Antes que luz, que sombra y que montaña

miraran levantarse las almas de sus cúspides;

primero que algo fuera flotando bajo el aire;

tiempo antes que el principio.

4

Cuando aún no nacía la esperanza

ni vagaban los ángeles en su firme blancura;

cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;

antes, muy antes.

Cuando aún no había flores en las sendas

porque las sendas no eran ni las flores estaban;

cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,

ya éramos tú y yo.